Planta, original y actual, de la ermita
De Santa Lucía del Trampal.
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A tres
kilómetros de Alcuéscar (Cáreres),
se localiza la iglesia de Santa Lucía
del Trampal. Era un templo basilical
de un monasterio desaparecido, situado en este lugar.
Posiblemente,
este sea el único monumento de época visigoda que se conserva en pie en el sur
de la península.
Fue descubierta como edificio singular por D. Vélez Sánchez en 1974, pero por
desgracia no se le dio la importancia que merecía. Posteriormente, en 1980,
gracias a la perseverancia de D. Juan
Rosco y de Doña Luisa Téllez
este monumento fue considerado como tal y se procedió a su estudio, valoración
y restauración.
Se edificó sobre antiguas construcciones romanas, posiblemente templos, de los
que se utilizaron muchos de sus sillares.
Algunos de ellos, mantienen inscripciones romanas referentes a divinidades, en
especial a Ataecina, diosa celtíbera.
Se diseñó y construyó bajo un mismo proyecto, esto es, las modificaciones que
se observan ahora fueron muy posteriores, una vez terminado su concepción
primitiva. Su clasificación dentro del arte prerrománico es problemática.
Aceptada como construcción hispano visigoda en un principio, actualmente, D.
Luís y D. Fernando Sáez la identifican como mozárabe, interpretando los últimos
descubrimientos y excavaciones.
La planta
En su diseño original se
observa una distribución en tres
naves,
muy estrechas, es especial las laterales, separadas por pilares. Hoy
estos pilares han desaparecido, pero en la restauración se indica su arranque
con unos sillares. Dividían las naves en cuatro sectores.
La nave central culmina
en el coro, pequeño espacio
separado con canceles, que da paso al crucero con tres
ábsides independientes. Detrás de esta
nave y tras el coro, se ubica el ábside central.
Las naves laterales terminan en un muro a la altura del coro, con lo que no
tienen ninguna vista ni acceso directo a los ábsides.
El comentado crucero,
también estrecho, da acceso a los
ábsides y es excedente a ellos. Está compuesto de siete tramos, uno central y tres a
cada lado, separados por columnas que
soportan arcos de herradura fajones. En sus laterales se abren dos
puertas adinteladas, que actualmente comunican con al exterior y en origen, con
unas las salas laterales. En sus extremos se abren dos ventanas con arco de
herradura.
A los lados de las naves se ubicaban las típicas salas de adjuntas de iglesias hispanos visigodos. Se diseñaron
tres a cada lado, con distintas funciones, algunas de ellas inciertas.
El interior
Actualmente se accede desde la entrada sur que da paso a la nave de la iglesia.
La entrada norte está cerrada al paso.
Los tres
ábsides tienen bóveda de cañón con sección de herradura. En sus frentes, se abren
tres ventanas con arco de herradura, algo ensanchado y preparado para cierre.
En el central quedan los restos de un altar de cinco pies y otros mobiliarios rocosos:
mesas, bancos...
En resumen, podemos casi asegurar, que la basílica, originalmente estaba
cubierta con bóveda de piedra con arcos fajones, excepto en las cúpulas y en
las naves que era de madera.
El exterior
En el siglo XV al cubrir con madera y reconvertir las tres naves a una
sola, los muros, en su zona más elevada se rehicieron con sillarejo de
diferente calidad.
Se observa en las dos puertas de acceso, norte y sur, un arco superior
incluido en el muro, con la función de aliviar fuerzas sobre el dintel.
De las salas laterales solo se conserva, en su lado norte, un muro con
una puerta con arco y las trazas restauradas del resto. Desde el exterior,
se puede adivinar perfectamente las distintas salas interiores, en cada
ábside se abre una ventana con un arco
de herradura.